El estiércol es una mezcla de las camas de los animales con sus deyecciones, que han sufrido fermentaciones más o menos avanzadas primero en el establo y luego en el estercolero. Su composición varía entre límites muy amplios, dependiendo de la especie animal, la naturaleza de la cama, la alimentación recibida, etc. Se suele admitir que un animal en estabulación permanente produce alrededor de 20 veces su peso en estiércol.

El estiércol de caballo es más rico que el de oveja, de cerdo y de vaca. El de aves de corral o gallinaza es mucho más concentrado y rico en elementos nutritivos, principalmente nitrógeno y fósforo.
El estiércol hay que esparcirlo pronto sobre el suelo, si es posible en otoño o invierno, antes de las heladas, de forma que su descomposición esté muy avanzada en primavera, cuando se efectúan la siembras o los trasplantes. Es preferible enterrarlo tan pronto como se extienda, para evitar las pérdidas de nitrógeno que pueden ser importantes, pero nunca hacerlo profundamente.
Se utiliza en dosis importantes; un estercolado medio supone 30 t/ha, pero en ocasiones se utilizan dosis mayores, 40-50 t/ha cuando se busca mejorar el suelo.
Fuente: Gonzálvez V, Pomares F. 2009. La fertilización y balance de nutrientes en producción agroecológica.
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